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Exigiendo
Los ojos de Miranda se desviaron de la llave al notario, con la ira y la confusión bullendo en su interior. “¿Es una broma?”, espetó mientras golpeaba con el puño cerrado el escritorio de él. La cara de Miranda enrojeció. “¿Dónde está mi herencia? ¿Dónde está la fortuna que me prometieron?” Gritó tan fuerte que se oyó desde el aparcamiento.
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