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¡Hora de irse!
Joseph se tomó en serio la observación del veterinario y no perdió el tiempo. Se dirigió al armario, cogió un saco de arpillera y se preparó para trasladar al animal. Intentó escapar en cuanto levantó el cubo, pero Joseph fue más rápido. La criatura quedó atrapada una vez más, y se apretó el saco. ¡Ahora era el momento de partir!
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