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Despidiéndose de su santuario
Pero los hombres siguieron conduciendo. Mirando hacia atrás, George vio desaparecer de su vista el santuario seguro de su tienda de recuerdos. Le entristeció, porque ahora anhelaba más que nunca el consuelo de algo familiar. No tenía ni idea de adónde le llevaban. Pero pronto se aclararía todo.