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Como por arte de magia
George no iba a permitir que cambiaran de opinión. Sin dudarlo, saltó de la silla y empujó su cuerpo a través de la pared de hombres. Pero una vez en la calle, se encontró con una gran decepción. El caos había desaparecido. Como si nunca hubiera pasado nada. Parecía magia, pero todo se aclararía pronto.