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Siguiendo al pastor
Diane no sabía lo que estaba pasando, pero decidió seguir al hombre de la túnica sin hacer preguntas. El anciano condujo a Diane a una sala situada detrás del altar y no dijo ni una sola palabra mientras caminaba. Diane no tenía ni idea de adónde iba, y eso sólo aumentaba el misterio de aquel lugar.