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Qué arrepentimiento
Y allí, en la palma de su mano, estaba el reloj de Edward. “Ya me arrepentía de haberlo cogido. Pero después de que me ofrecieras tus chanclas, la culpa se acumuló en mi interior. Toma, devuélvemelo”, dijo el chico. Tras esto, Edward estiró el brazo. El chico pensó que estaba cogiendo el reloj. Pero Edward hizo otra cosa.
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