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Carol miró al chico con los ojos muy abiertos. Su voz se hizo más fuerte y contenía la ira. “¿Qué te has llevado? Ladrón!” Edward calmó a su mujer mientras intentaba evaluar la situación. “No hagas caso a mi mujer. Vamos, muchacho, no tengas miedo. Puedes contármelo. No te juzgaré”, dijo.