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No nos mantengas en vilo
Natalie sujetó el frío picaporte de la puerta mientras la cerraba tras de sí. Los nervios corrían por sus venas. Era el momento de la verdad. El olor estéril de la habitación agravó aún más sus nervios. “Por favor, no nos mantenga en vilo, doctora. Díganos qué ha encontrado” Suplicó Natalie.