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Lágrimas de alegría
Elizabeth condujo a los abuelos a casa de su madre, donde esperaban los trillizos. En cuanto vieron a sus nietos, se creó un vínculo. Derramaron lágrimas de alegría y alivio, e intercambiaron miradas de comprensión. A partir de aquel día, se forjó una conexión fuerte e inquebrantable entre las dos familias.
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