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Conmocionada
La conmoción de su madre resonó en el teléfono. Pero, aun sorprendida, intentó calmar a Elizabeth. “No te preocupes, cariño”, le dijo. “Por ahora puedo ocuparme de los trillizos. Lo resolveremos juntas” Sus palabras ofrecían cierto consuelo, pero Elizabeth sabía que le esperaba un viaje difícil.
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