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Roca
Sean, que hasta ahora había sido una roca, sintió que se le hundía el corazón. Agarró con más fuerza la mano de Maggie, susurrándole palabras de ánimo mientras luchaba por mantener a raya su propio miedo. Los segundos pasaban lentamente, y cada pitido del monitor resonaba ominosamente en la habitación. Sin embargo, la fuerza y la determinación de Maggie nunca flaquearon. Se concentró en su respiración, pensando únicamente en el bienestar de sus bebés.
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